Es costumbre en nuestro pueblo llamar a las mujeres con el nombre de María. Cuando alguien va por la calle y no sabe el nombre de una mujer la llama así: “María, oye ven aquí”. Casi siempre se acierta y ellas no se quejan ni reclaman. El nombre de María no sólo sirve para llamar a las mujeres, sino de hecho muchas mujeres tienen éste nombre.
Difícilmente se encuentra una familia que no tenga alguno de sus miembros con el nombre de la Virgen, así por ejemplo: Ana María. María de Lourdes. María del Carmen, María Guadalupe, María del Rosado, María del Socorro, María de los Ángeles, María Luisa, María del Refugió, María del Pilar o en el masculino Mario ó José María. Estos y otros muchos nombres tienen el mismo origen. Vienen del nombre de la Madre de Jesús, que se llamaba Miriam (español: María).
¡Ave Maria!
La primera parte de ésta oración viene del saludo del Angel Gabriel, cuando saludó a María invitándola a ser Madre de Dios. El Angel le dijo:
‘‘Ave María llena de gracia el Señor está contigo” Lc. 1,28.
La otra parte la pronunció Santa Isabel, prima de nuestra Señora. María fue a hacerle una visita, y cuando se encontró con ella ésta le dijo:
“Bendita eres tu entre las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre” Lc. 1,42.
Después los cristianos completaron al saludo del Ángel Gabriel y le Santa Isabel con éstas palabras: “¡Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte!”
Es difícil encontrar en nuestro mundo cristiano alguien que no sepa rezar el Ave María o que cuando menos no lo haya rezado alguna vez. Mucha gente comienza su instrucción religiosa rezando el Ave María.
Entusiasmo por la Virgen, Nuestra Señora
La historia de nuestro pueblo cristiano parece un inmenso caminar con entusiasmo y fervor hacia la Santísima Virgen María. Madre y Señora Nuestra que ha conquistado los corazones. Es un fervor vivido ardientemente a través de los siglos por la gente sencilla y humilde.
La historia de nuestro pueblo cristiano parece un inmenso caminar con entusiasmo y fervor hacia la Santísima Virgen María. Madre y Señora Nuestra que ha conquistado los corazones. Es un fervor vivido ardientemente a través de los siglos por la gente sencilla y humilde.
Aunque no lo parezca o no lo demuestre como debiera de ser, la gente siempre lleva en lo más íntimo de su corazón a María; por eso adornan los altares y les ponen flores, muchas flores con fervor a la imagen de la Virgen. Por todas partes se ve el nombre y la imagen de la Santísima Virgen aclamada e invocada por millares y hasta millones de voces que con gran entusiasmo usan de estas palabras ¡Ave María! Llevando en su corazón a la Virgen el pueblo expresa con su veneración la esperanza de poder llegar a donde llegó ella, es decir, hasta el cielo para poder disfrutar en su compañía eternamente la libertad de los hijos de Dios.
Cuando el pueblo venera públicamente la imagen de Nuestra Señora, da una muestra concreta de que caminando con Dios, es posible realizar esta esperanza.
La historia de María es el modelo de la historia del pueblo humilde. Es una historia que no ha terminado. Continúa hasta hoy en Las pequeñas y grandes comunidades que caminan llevando en su corazón a la Virgen y rezando siempre ¡Ave María!
Los Grandes y los Pequeños
María, joven humilde de un pueblecito de palestina es venerada hasta hoy por millones de personas. Todo el pueblo la venera y la invoca, Ella misma lo predijo manifestó a Isabel: “Desde ahora me llamarán bienaventurada todas las generaciones” Lc. 1-48. Pero, ¿Cómo se explica esto? ¿Tiene explicación?
La respuesta no es tan sencilla corno podría parecer. Fijémonos. Cuando el Angel visitó a María todas las naciones de las que ella hablaba eran las dominadas por César Augusto, Emperador del Mundo Él no sabía nada de las visitas del Angel, nadie le informó del asunto y mucho menos fue consultado, aunque realmente era una situación sumamente importante porque se trataba del desuno de éstas naciones. Más aún, nadie prácticamente se entero de esto. Dios no hace propaganda de sus planes que se van a realizar.
Iglesia Santa Maria de la Victoria, en Roma |
Sin embargo ésa joven humilde y sencilla de Nazareth, tuvo toda la razon porque años después el emperador cayo de su trono y efectivamente Ella Fue la “Bienaventurada” y en el lugar donde estaba la diosa de Roma se fundó una iglesia en honor de Santa María de la Victoria.
¿Cómo se explica todo esto? ¿Tiene explicación?
Ser de Dios y del pueblo
Esto se explica muy sencillamente, por dos motivos:
Primero: María era mucho más que una joven sencilla y humilde. Era la portadora de la esperanza de todo un pueblo, del pueble de Dios.
Segundo: María además de ser del pueblo era también de Dios le pertenecía a Dios y Dios estaba con ella. ¡Hija de Dios y del pueblo! Estos dos puntos marcan la vida de Nuestra Señora, por eso el pueblo la venera tan afanosamente, por eso esperan en todas las gentes que trabajan en su liberación. Sienten el deseo de caminar como ella lo hizo y se dejan acompañar de Su Presencia en el caminar de su vida.
Para poder ser del pueblo tiene que ser de Dios y para poder ser de Dios tiene que ser del pueblo. Son como dos grandes retratos que la Biblia nos indica y que la Iglesia conserva en su álbum peto, existe otro tercer retrato; la Biblia nos muestra como María sabe unir su vida al amor de Dios y del pueblo.
La imagen de Nuestra Señora que se venera en muchos santuarios del mundo suele ser pequeña y sencilla generalmente con un manto azul y un vestido blanco, aunque llega a ser tan grande esta veneración que ahora esta sencillez se opaca por la forma tan lujosa y elegante de vestir a Nuestra Señora, y, eso impide de alguna forma mirar la humildad de la Virgen María aunque la verdad no es reprochable tal actitud de veneración. Pero es importante saber que aquello que acontece con la imagen, acontece igualmente con la Virgen María; glorificada por el pueblo y por la Iglesia por ser la Madre de Dios recibe un manto de Gloria regalo de la fe del pueblo, pero el manto de Gloria acaba por esconder la humildad y sencillez que esta joven tiene. Pareciera que la hace una persona diferente a la que es, y la gente comúnmente olvida que es sencilla. Solamente contemplando abiertamente los retratos que la Iglesia conserva como álbum la gente puede ver que María en la Biblia es sumamente sencilla. La Biblia habla muy poco de María pero lo que habla es sumamente importante. Es lo suficientemente para que la gente descubra su mensaje para nosotros.